Natural de Las Navas de la Concepción (Sevilla), Bárbara Gómez Lara es Ingeniera Química Industrial y Técnica en Análisis y Control de Calidad. Como jefa de Producción de Marea, se encarga de planificar, coordinar y organizar las actividades de la obra para garantizar que se cumplan los plazos establecidos. Su día a día varía según la fase del proyecto. Durante la fase inicial, estudia y prepara el proyecto en la oficina, busca ofertas competitivas, selecciona a las empresas colaboradoras, cierra contratos… A pie de obra, organiza al personal, coordina con las empresas, resuelve problemas… Todo ello, sin perder de vista el cumplimiento estricto de las medidas de seguridad y salud.
¿Por qué decidió estudiar ingeniería química industrial?
Quedaría muy bien decir que es vocación desde pequeña, pero la verdad es que siempre he sido muy indecisa y nunca tuve claro qué quería estudiar. Sabía las ramas que me gustaban, pero ninguna me apasionaba lo suficiente como para dedicarme por completo. Fue entonces cuando descubrí que la ingeniera industrial me ofrecía justo lo que buscaba: saber un poco de muchas cosas, con la especialidad en química, la rama que más me atraía.
¿Cuándo se especializó en este campo?
Hace dos años, cuando MAREA me brindo la oportunidad de trabajar con ellos.
¿Qué es lo que más le apasiona de su trabajo?
Que tiene resultados tangibles. Puedes ver como el proyecto poco a poco va saliendo del plano, verlo y tocarlo en escala 1:1. No todo el mundo tiene esa suerte. Además, es un trabajo en el que no hay rutina marcada, donde no tengo que estar sentada delante de un ordenador todo el día haciendo lo mismo (con todo el respeto a quienes lo hacen, pero por mi forma de ser, me pesaría mucho tener un trabajo así). Y aunque no es nada fácil tratar con tanta gente, tan diferente y única de cada sector, me gusta esa interacción y, sobre todo, aprendo muchísimo de cada uno de ellos.
Llegó a la empresa hace dos años ¿Recuerda su primer día?
Perfectamente. Estaba súper nerviosa. Llegué una hora antes a las oficinas del grupo, donde había quedado con Roberto, el compañero que me recibió y dio la bienvenida. Me sentí super pequeña, en el sentido literal cuando me vi a su lado (1,60 vs 1,90) y, también profesionalmente hablando cuando llegamos a la oficina y me vi rodeada de tantos compañeros hablando cada uno de sus obras. Fue un primer día caótico, no me enteré de gran cosa a pesar del esfuerzo de Andrés, a quien le preguntaba: “Pero, Andrés, ¿cómo es tu día a día, ¿qué haces?” ¿Qué tengo que hacer? ¿Cuáles son mis funciones?” Venía de trabajos donde tenía marcadas claramente mis tareas y objetivos diarios. Andrés se rio y me dijo: “Bárbara cada día es distinto. Puedo hacer mil cosas al día sin que tengan relación entre sí …” Y cuánta razón tenía. En ese momento, y durante mucho tiempo después, sentí todos los síntomas del síndrome del impostor. Al margen de esta sensación, me quedo con el sentimiento de gratitud que sentí hacía los compañeros, quienes, sin conocerme, me ofrecieron su ayuda.
¿Cuál es su balance?
Muy positivo.En estos dos años he crecido mucho profesionalmente. Comencé sin experiencia en el sector, yendo a las obras a mirar desde la barrera. Hoy, aunque sigo sin saber millones de cosas y sigo aprendiendo muchísimo, lo hago desde la arena en primera línea.
¿Qué es lo que más valora de la compañía?
La confianza que depositan en personas que como yo no tenían experiencia y le brindan la oportunidad de desarrollarse profesionalmente. Además, te animan a seguir formándote y creciendo, ofreciendo cursos constantes. Esto es muy importante porque nunca se sabe lo suficiente y el saber nunca ocupa lugar.
¿La mejor lección aprendida?
Como no podría quedarme con una, contaré dos. Estar en la obra me ha enseñado, entre otras muchas cosas, a valorar y admirar a los profesionales que la hacen posible. Es mucho el tiempo y el esfuerzo que se requiere para realizar un trabajo bien hecho. Es una verdadera pena la escasez de mano de obra que hay en la construcción. Si seguimos así se acabarán perdiendo muchos oficios. La segunda lección me la citó literalmente un compañero: “Bárbara, no quieras saberlo todo, es imposible. No llevas ni dos años trabajando. Ni yo en todos mis años de experiencia lo sé. Lo importante es tener el contacto de quien lo sabe”
¿Cuáles han sido los mayores desafíos?
El mayor desafío ha sido conmigo misma. He tenido que aprender a gestionar esta nueva etapa de mi vida en la que se tienen muchas responsabilidades y, sobre todo, a tener paciencia. Todavía lo estoy encajando ya que en una obra son muchísimos los factores que hay que tener en cuenta y muchos no dependen directamente de mí. Saber delegar es difícil y gestionar que no siempre las cosas salen bien aún más.
¿El proyecto más importante en 2024?
Las obras de emergencia que estamos desarrollando en la desaladora de Marbella.
¿Cuáles son los principales retos para 2025?
En este momento de mi vida los retos que me planteo están enfocados siempre a un crecimiento profesional basado en la experiencia. Quiero culminar satisfactoriamente las obras de Marbella y afrontar con ganas las que vengan.
¿Qué opina de la DANA de Valencia?
Sin entrar en cuestiones políticas ni extenderme, creo que tenemos muchísima suerte de vivir en un país seguro en cuanto a catástrofes naturales. Sin embargo, este exceso de confianza nos ha hecho bajar la guardia. La responsabilidad empieza por uno mismo, y estoy segura que un 99% de las personas que vemos las noticias no le prestamos atención a las alertas oficiales. Por otra parte, tenemos la mala costumbre de creernos jueces y ante los problemas lo primero que hacemos es buscar a un culpable y los problemas se solucionan buscando soluciones. Las responsabilidades ya recaerán más adelante, pero ahora no es el momento. Y deberían recaer no solo sobre el político que ha fallado, sino también sobre los medios que difundieron noticias falsas y el empresario que ha subido los precios por haber un aumento de demanda. Por último, destacar que esto no nos convierte en mejores personas. Quien es solidario y bueno lo es siempre. Esta tragedia lo único que demuestra es que tenemos un país con mucha gente buena, pero también está lleno de oportunistas.
Ya hay un antes y un después. ¿Cuáles son los principales retos de la industria del agua tras lo sucedido?
Creo que el mayor desafío radica en que todas las organizaciones vinculadas al sector trabajen juntas y brinden su apoyo con personal y materiales. Afortunadamente, hemos observado que muchas empresas ya han contribuido enviando tuberías, fontaneros, equipos de bombeo y asistencia técnica y electromecánica. Considero que es esencial que haya una buena coordinación entre todos los grupos, especialmente con los técnicos que están en el lugar, para optimizar la colaboración de los voluntarios.
¿Qué impacto cree que tiene la labor de MAREA en la comunidad y el medioambiente?
Creo que su enfoque en la sostenibilidad puede fomentar la conciencia ambiental entre los miembros de la comunidad, educando a las personas sobre la importancia del reciclaje y la conservación del agua. Esto podrá generar a un cambio positivo de comportamiento, motivando a más personas a participar en prácticas sostenibles.
¿Dónde se ve dentro de diez años?
Espero estar trabajando, pero con la experiencia suficiente para compaginar mi vida laboral con otros proyectos personales que me gustaría desarrollar cuando ya tenga unas bases profesionales sólidas.
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¿Una frase o lema que le inspire? “Haz el bien y no mires a quién”
¿Un libro que siempre recomiende? Los renglones torcidos de dios, de Torcuato Luca de Tena.
¿Su gran maestro? Mis padres
¿Un personaje histórico que admire? Marie Curie
¿Un viaje pendiente? Aprovechando las fechas que vienen, tengo muchas ganas de hacer una ruta por los pueblos de Alsacia (Francia).
¿Sus hobbies? Leer, ir al cine y el senderismo. Últimamente, me he aficionado al yoga y la meditación.
¿Un sueño por cumplir? Hacer un voluntariado.
¿Dónde se perdería para desconectar? En el mar, el agua salada siempre sienta bien.